viernes, 15 de junio de 2007

Esto queremos decirles.

(No saben.
¡Perdonadlos!
No saben lo que han hecho,
lo más triste es que no lo saben.)

Lo que hacen,
por que matan,
por que hieren las piedras,
masacran los paisajes....
No saben.
No lo saben...
No saben por que mueren.

Me pregunto: ¿para que hablar con ellos?
Compran sabiduría, para luego venderla.
Quieren saber donde hay sabiduría barata
para venderla cara. Entonces,
¿por que iban a querer conocer el argumento
que habla contra la compra y la venta?
¿por que habrían de querer saber
en donde duermen las luciérnagas?

No creen.
No creen en nada
mas que en el moco hervido,
en el ideal,
chirriante,
de las aplanadoras,
que atormentan al éter,
en todas las mentiras
que engendran los matices del plomo derretido,
el papel embobado
y en bobina.

Quieren el caramelo putrefacto,
en bolsistas de buen plástico,
que cambian por hombres, y, mujeres,
en cajas de maderas.

Quieren el éxito.
En contra del éxito no quieren oír nada.
No quieren ser sometidos.
Quieren someter.
No quieren el progreso.
Quieren la ventaja.

Abrazan el cetro monárquico,
de la libertad exigua para pocos,
desde el púlpito que los protege,
- entre mercados y corbatas-
de malabaristas y ruiseñores.

Solo piensan en cifras,
en formulas,
en pesos,
en sacarle provecho hasta a sus excrementos.
escupen las veredas, escupen los tranvías,
para eludir las horas
y demostrar que existen.

No disfrutan, consumen
besos que humectan
labios de obsidiana.
No dan, se nutren,
mientras avanzan
sin caminar,
obedientes a todo aquel
que les promete que podrán dar ordenes.

Son capaces de sacrificarse
para que quede en pie la piedra del sacrificio.

No pueden rebelarse.
Los empuja la inercia,
el terror,
el engaño, las plumas sobornadas,
los consorcios sin sexo que ha parido la usura
y que nunca se sacian de fabricar cadáveres.

Se niegan al coloquio del agua con las piedras.
Ignoran el misterio del gusano,
del aire.
Ven las nubes,
la arena,
y no caen de rodillas.
Decoran las paredes de sus casas
matando mosquitos antiguos.
Si se acercan a un árbol no es mas que para mearlo.
No quedan deslumbrados por vivir entre venas.
Solo buscan la dicha en las suelas de goma.
Son capaces de todo con tal de no escucharse,
con tal de no estar solos; y llorar.

¿Como,
como sabrían
lo que han hecho,
lo que hacen?

¿Algo tiene de extraño
que deserten del asco,
de la hiel,
del cansancio?

Solo puede esperarse
que defiendan el plomo,
que mueran por el guano,
que cumplan la proeza
de arrastrar lo que encuentran y exterminarlo todo,
para que el hambre extienda sus tapices de espanto
y desate su bolsa ahíta de calambres.

Solo puede esperarse,
que arrasen con amores, y consuelos
con sueños y desvelos,
pero nunca jamas
se los daremos.

Son ferozmente crueles.
Son ferozmente estúpidos...
pero son inocentes.
¡Hay que compadecerlos!

Que vamos a decirles a estos, pense. Esto
queremos decirles, decidí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno que han existido poetas como estos!!! No se mucho de poesía pero ustedes me obligan a enterarme... y otras cosas también.
Besos y los quiero.

Unknown dijo...

Muy bueno. Por primera vez sólo me sacaste, desde tu poesía, esas palabras. Lo he disfrutado mucho. También me gsutaría poder compadecerme, como proponés. A mí, en verdad, sólo me dan ganas de asesinarlos.
un gran abrazo

Anónimo dijo...

Has vuelto y con tutti!!!
Gracias totales.