viernes, 31 de octubre de 2008

Neutralidad

Llegué a mi casa pasadas las 4 de la tarde. Como cualquiera, lo primero que hice, después de abrir la puerta, fue encender la luz. No pasó nada. Fui hasta la cocina y lo mismo, nada. El ascensor había funcionado, así que el problema era mío. Fui hasta la caja de luz y todo estaba normal. Llamé a la portera. Creo que la desperté de la siesta. Me dijo que esperara hasta las 5, que era cuando comenzaba su horario de trabajo. Esperé. Vino y bajamos al zotano. Allí, al igual que en mi casa, estaba todo normal. Llamé a mi viejo. Antes de seguir, aclaro: sé tanto de electricidad como de física cuántica, o sea, nada. Mi viejo, en cambio, te puede hacer la instalación de luz de una casa, por más que sea ingeniero agrónomo. De hecho, alguna vez lo hizo. En fin, lo llamé y a la salida del trabajo se vino para mi casa. Empezó a ver y no podía saber qué era lo que pasaba. Me mandó a buscar un buscapolos (el primero que tengo después de dos años y medio viviendo solari), y cuando se lo trajé lo empezó a meter por acá y por allá. A todo esto, la portera me había dejado la llave del zotano, por lo que cada dos por tres yo subía y bajaba para dar o cortar la luz. Finalmente, mi viejo dice: "acá pasa algo raro, el problema no es tuyo, ves, me señala que los dos cables te transmiten electricidad". Obvio, yo no tenía ni la más puta idea de que había un cable positivo y otro neutro, y que, además, el buscapolos sólo se enciende cuando se coloca sobre el positivo. Me mandó a la ferretería en la que había comprado el buscapolos para que preguntara qué significaba eso. Cuando le conté, el tipo que me había vendido el buscapolos me dijo "uh, eso no puede ser, algo pasa en tu casa, por las dudas no enchufes nada que te lo va a volar". Cuando llegué a mi depto, mi viejo hablaba con un amigo electricista. Ahí le confirmó que tenía el "neutro" cortado en algún lado. Llamamos a la administración. Le conté lo que pasaba. La administradora me dijo que iba a hacer todo lo posible para enviarme un electricista de manera urgente. A la hora cayó el electricista y volvió a confirmar lo que había dicho el amigo de mi viejo: el neutro estaba cortado. Fuimos hasta el zotano, la portera, el electricista, mi viejo y yo. Ahí no pasaba nada. De ahí, mi viejo y el electricista subieron piso por piso para ver dónde estaba el problema. Yo me quedé en planta baja, junto a la portera. En un momento mi viejo me grita para que fuera al zotano a cortar la luz y que, mientras yo iba hacia allá, la portera subiera. Luego de cortar la luz yo también subí. Ahí la comunidad volvió a unirse y, todos, contemplábamos cómo un hijo de puta con un alicate me había cortado "el neutro". En segundos el electricista arregló el asunto y volví a tener luz. La portera dijo que no le extrañaba eso, había más de un hijo de puta en el edificio y por eso ella iba al psicólogo y al psiquiatra todas las semanas. (Excursus: un tiempo atrás, la portera había estado de licencia durante dos meses por presentar problemas psiquiátricos.) Luego nos despedimos, la portera fue hacia su casa, mi viejo bajó a abrirle al portero y yo entré a mi depto sin poder creer que alguien era capaz de haberme cortado el neutro.

jueves, 23 de octubre de 2008

El monstruito volador

Al llegar al terreno de la disputa, comprendí el porqué de la furia de los monstruitos: los Orangutanes tenían el aspecto de humanos; en verdad, los Orangutanes eran humanos. Rubios, pelirrojos, morochos, incluso estaban los de pelo castaño. Y mientras que los monstruitos reproducían esos sonidos infernales y decapitaban humanos, los Orangutanes intentaban hacer lo propio con barrotes de metal o palos de escoba con la punta afilada. Así fue que la matanza de Orangutanes no duró demasiado: sus cabezas rodaban por el suelo, la sangre salpicaba por todos lados, y siempre, como si el destino fuese irreversible, los monstruitos avanzaban y los Orangutanes retrocedían. Sufrían el ataque del batallón de Justina, del batallón de Homero y del que, en teoría, estaba a mi cargo. Las flechas atravesaban ojos, las armaduras detenían a los palos de escoba y luego los Orangutanes debían soportar el filo de algún arma. Cada tanto, un Orangután lograba dar muerte a alguno de los monstruitos, pero por un monstruito que moría, caían cincuenta humanos. En definitiva, todos los monstruitos avanzaban en la ferocidad bajo una consigna: exterminar a los otros. Todos, menos el monstruito volador en el que yo estaba, que, suspendido en el aire, sólo atinaba a arrojar una flecha cada cierto tiempo, y luego permanecía allí, estático, manteniendo la posibilidad del relato.


jueves, 9 de octubre de 2008

La madre rusa

Alguna vez escuchamos sus clases, alguna vez leímos sus artículos.
Ahora, lo leemos desde otra perspectiva:

Gargarella en TP

Vale quebrarse.

lunes, 6 de octubre de 2008

Feliz Cumpleaños, papá

Hoy una de las jirafas -la jirafa a la que le debemos este blog- está de cumpleaños. Recibe, suponemos de un modo relajado, los 26.
Mientras esperamos que alguna vez regresen los Cuadernos del Gran Jefe, y como la suerte le deparó ser hincha del Club pobre de La Plata, el lobo, y como es muy probable que jamás lo vea campeón, desde acá le dejamos, al menos, un poco de esssplendor, vistes, como para que se consuele.


sábado, 4 de octubre de 2008

12

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden y se entregan.


Oliverio Girondo. 1932, Espantapájaros( al alcance de todos).