jueves, 23 de octubre de 2008

El monstruito volador

Al llegar al terreno de la disputa, comprendí el porqué de la furia de los monstruitos: los Orangutanes tenían el aspecto de humanos; en verdad, los Orangutanes eran humanos. Rubios, pelirrojos, morochos, incluso estaban los de pelo castaño. Y mientras que los monstruitos reproducían esos sonidos infernales y decapitaban humanos, los Orangutanes intentaban hacer lo propio con barrotes de metal o palos de escoba con la punta afilada. Así fue que la matanza de Orangutanes no duró demasiado: sus cabezas rodaban por el suelo, la sangre salpicaba por todos lados, y siempre, como si el destino fuese irreversible, los monstruitos avanzaban y los Orangutanes retrocedían. Sufrían el ataque del batallón de Justina, del batallón de Homero y del que, en teoría, estaba a mi cargo. Las flechas atravesaban ojos, las armaduras detenían a los palos de escoba y luego los Orangutanes debían soportar el filo de algún arma. Cada tanto, un Orangután lograba dar muerte a alguno de los monstruitos, pero por un monstruito que moría, caían cincuenta humanos. En definitiva, todos los monstruitos avanzaban en la ferocidad bajo una consigna: exterminar a los otros. Todos, menos el monstruito volador en el que yo estaba, que, suspendido en el aire, sólo atinaba a arrojar una flecha cada cierto tiempo, y luego permanecía allí, estático, manteniendo la posibilidad del relato.


6 comentarios:

Siesta escandalosa dijo...

Una orgía de furia encantadora. Los soldados del azar nunca defraudan.

Jirafas dijo...

siesta, gracias por ser la mejor de nuestras lectoras.
no sabe lo que significa para nosotros (de verdad).
besos y buen finde

EmmaPeel dijo...

Jirafetas: estoy de vuelta con conexión y no puedo dejar de patear el rocanrol joperos


saludetes

Pola dijo...

qué hairs!!!!!! hay un par de barbetas re chuck norris q son el público ideal
toptier giraffe

Jirafas dijo...

emma, pola
lindo tenerlas por acá.
embellecen el lugar :)

besos a ambas

Anónimo dijo...

buen relatito