sábado, 31 de mayo de 2008

Señora guerra I hate you

Las guerras incendiaron imaginarios. Provocaron Auschwitz, y, a la vez, además de todos los horrores que se propagaron en espejos de espejos de espejos a lo largo de todo el siglo XX -y que en el XXI continúan deshaciendo cuerpos-, también provocaron sentencias contra la incredulidad, la palabra y la poesía: no es posible escribir poesía después de Auschwitz.

Asimismo, en la paradoja en la que se acorrala el hombre, la tecnología e iventigación militares son, entre otras, las causas de nuestro confort actual. Tenemos Internet, tenemos celulares que dentro de poco nos harán la paja sin que tengamos que usar las manos, tenemos autós más rápidos y un montón de otros aparatitos por los que miles de freaks se desviven y, cada vez que ven algo novedoso, se hacen la del mono. Eyaculaciones tecnológicas: todos somos hijos de marines.

Sin embargo, los héroes no son héroes por luchar contra el mal, matar ejércitos enemigos tan sólo con dos petardos y defender los valores y la moralidad de sociedades pacatas. A los héroes, ante todo, se los reconoce como tales por tomar posiciones desde la primera hora. Un héroe nunca escatima. Un héroe encarna una posición. Jamás será un intelectualoide neutral agarrado a la silla de su cátedra, realizando petes por cualquier lugar del mundo en busca de las tan asiadas becas.

El cine nos lo muestra bien claro: un héroe es mucho más que músculos con la posibilidad de matar, o un flacucho que sobrevuela los aires haciendo mierda todos los campos enemigos; desde la revelación del héroe, el cine se nos presenta como la cifra de nuestra escacez.

No sos vos, no es él ni ningún otro que está cómodamente sentado en una butaca: el héroe es el que está ahí afuera, del otro lado de la pantalla. El héroe es un sueño capitalista que se reproduce en la época digital para mantener una estela de lo que nunca, nadie, podrá llegar a ser.

En ese sentido, el héroe se prefigura como la muerte del sueño humanista.

Así y todo, hay algo que no sabés, papá:

El héroe posta es el que manda a la mierda a la industria y termina bailando cumbia en Joligúd


5 comentarios:

Anónimo dijo...

ja, grosso
ahora falta que terminator baile reaggeton
saludos, jirafitas

Anónimo dijo...

Muy gracioso....esto sin duda supero a la tigresa del oriente.

abrazos

Siesta escandalosa dijo...

Presea!

Anónimo dijo...

Groso el rambo pacifista! Y el presea es el enardecimiento del regueton!!! Ahí saco la puta que hay en mí, jajaj.

Mari Pops dijo...

mejor asi Rambo
Hagamos la cumbia y no la guerra

PRECIOSO!

ponete vos a bailar una cumbia y mostranos, dale Jirafas

besitos