domingo, 16 de septiembre de 2007

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Si hay algo de lo que no sé es de la vida y de la programación, por eso es que hoy voy a hablar de ambas, emulando a mis camaradas autoproclamados de izquierda que dedican su vida a hablar de autores que nunca leyeron y de otros que nunca entendieron, mientras comen sus rancias frituras en algún boulevard perdido en el mapa de américa.

La vida es en sí misma una larga programación, un programa. Todo viene en un paquetito abstracto, que dice install, setup o similar y luego uno se dedica a teclear enter y esc la mayor parte del tiempo.

Por lo tanto, esta vida tiene uno o varios lenguajes de programación como cualquier programa. Lenguajes como el basic, el c, el pascal, el c++ o el java aplicados a los procedimientos de la vida. Y así como en la informática hay cuatro clases de lenguajes: el lenguaje secuencial, el lenguaje estructural, el lenguaje orientado a objetos y el lenguaje lógico.

LENGUAJE SECUENCIAL

Ciertas personas programan su vida con lenguaje secuencial, son los típicos pelotudos que afirman como si fuese una virtud lo siguiente "no me arrepiento de nada", o pelotudeces como "si naciera de nuevo, tomaría las mismas decisiones que tomé", es decir, pelotudos secuenciales. Seres que no podrían arrepentirse del menor suceso, por temor a que la matrix les devolviera error y derivara ésto en el desafortunado fracaso del programa, el claro error de sus vidas.

LENGUAJE ESTRUCTURAL

Luego algunos optan por el cómodo lenguaje estructural, un lenguaje que en síntesis permite a las personas priorizar temas o asuntos. Es decir, gracias a la utilización de estructuras, habrá temas para ellos que serán más importantes que otros. El peligro que esto representa en un país de mentiritas como el nuestro, cuyos habitantes no han podido dejar de jugar al ludo nunca, de ser chicos que hay que asistir y que nunca asisten, y que culpan al compañero del banco por las miserias propias, por el poco o nulo amor que le tienen a la patria; el peligro real es que las prioridades no son tales y temas de caracter secundario, terciario o completamente irrelevantes adquieren entonces un interés fundamental. Pocos manipularán las débiles estructuras de muchos, estructuras que necesitaban cimientos, de pelotudos que en masa proclamarán, seducidos por mucho alpiste y aún sin haber existido en ese momento histórico que la revolución industrial fue un error, y que los culpables de tanta sangre tienen que pagar por sus pecados. Mientras tanto comerán sus finos carrés de cerdo en alguna avenida que no empiece con R y proclamarán hasta la vergüenza ajena, "¡viva la patria!". Mientras tanto en el barro, miles de inocentes presentes tal vez vivos se regocijarán con saber que no hay diferencia entre esta vida y el mundo del olvido. Y agradecerán por tantos otros que rezan por ellos y celebran grandes orgías en sus nombres.

LENGUAJE ORIENTADO A OBJETOS

Los más escupidos son los que programan con lenguaje orientados a objetos, se los acusa de las peores calumnias "frívolos!", "liberales", "ADÓNDE, dónde carajos está su humanidad!!!". Estos programadores asquerositos, mercantilistas, duermen tranquilos porque a nadie han querido convencer de lo mucho que no aman sus walkie talkies, de lo mucho que no extrañan un dólar barato y a un país donde cualquiera pueda y no estorbe. Arrojaremos huevos a sus casas e incendiaremos sus quintas!!! No son dignos de nuestra piedad, no queremos gente como ella en nuestras calles, no, no la queremos.
Mientras algunos siguen programando orientados a objetos, cosificando y degradando lo poco que queda en pie, hablando de autos que tienen y de relojes que no dan la hora; otros caminarán bajo la lluvia sin relojes que brillan, programando estructuras que sueñan con ser objetos.

LENGUAJE LÓGICO

Por último están los que utilizan un lenguaje de programación lógico, lenguaje que por cierto no es muy utilizado. Sus seguidores son forritos pedantes, que te dicen enfáticamente cada dos frases "es sentido común, marta". Como si fueran ellos dueños de una lógica que a veces escapa hasta de las mentes más brillantes. En ese sentido admito que yo soy uno de los que programan con este lenguaje la vida, mi vida. Pero a diferencia de varios sé que mi sentido común no es el de todos y que ésto lo convierte en un sentido propio y que mi lógica no es la de nadie. Soy el típico forrito arrogante que sabe que las verdaderas prioridades no parecen ser las de nadie. Y que cree que después de tantos años de ver sólo decadencia, es hasta lógico que no haya otra cosa que éxito al final de todo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó este texto, si si señor! Es el típico paquetito para los que hablan de lo que no saben, cosa que detesto. Yo admito haber utilizado mucho el lenguaje secuencial, hasta que a mis 28 tiernos años descubrí el sentido de la palabra arrepentimiento y ahora estoy tratando de tapar los agujeros que caben en el Albert Hall. I love to turn me!!!
Y si, después uno apela a la lógica y a la idea de que después de tanta decadencia sólo nos queda el éxito, pero el éxito cambia de color, de forma, de talla y demases. Si el éxito con los años se va volviendo flexible, entonces somos tan flexibles como un disco floppy (como ves, sé menos de programación que vos, jaja).
Muchios besos jirafa limonada y siga deleitándonos con joshas belicosas como estas!
Celi.

Anónimo dijo...

Así que flexibles como discos floppy nuestros destinos de éxito.

Pensar que las máquinas nuevas ya ni siquiera vienen con disketteras para ellos.

Eso también significaría algo?

Besos Celi, un placer como siempre.

Anónimo dijo...

Hola Federicus, no se si el hecho de que las máquinas nuevas no vengan con disketeras signifique algo...
...lo que sí se es que si seguimos hablando de lo que no sabemos, le podemos inventar un significado.

"The pleasure is all mine", diría Bjork y yo también.
Celi.

Anónimo dijo...

Oh, Bjork, qué mujer, no, no fui a verla, le explico por qué, tendría que explicarle también otras cosas. Limitémonos al hecho de que no pude apreciarla en vivo y en directo with my very own eyes.

Claro Celi, de hecho podemos inventarle significado hasta a las cosas más insignificantes. Lo que uno tiene que lograr, y esto lo tomo como una meta personal, es que en una de cada cuatro conversaciones el interlocutor de turno nos diga

"de qué carajos estás hablando?"

Creo que es un objetivo sencillo, alcanzable. Algún día tal vez nos encontremos y esa frase tal vez no surja nunca de nuestro diálogo, porque obviamente, ambos-dos sabremos perfectamente de qué está hablando el otro.