lunes, 3 de septiembre de 2007

Sombras

El mundo está lleno de sombras. No lo digo desde lo oscuro sino desde la ilusión. Nuestras ideas dan vueltas año tras año como el planeta en que vivimos. Jamás podríamos percibir su movimiento, estamos demasiado ocupados en las sombras.
Recuerdo que en mi niñez jugaba con mi propia sombra. Durante el mediodía, las baldozas de la terraza me devolvían una imagen muy particular: mi cuerpo parecía haberse plegado en dos para convertirse en esa silueta redonda con una estatura mucho menor a la mía. Pero durante las últimas horas de la tarde mi cuerpo se extendía para llegar a ocupar hasta media terraza, la delgadez se hacía evidente, y me resultaba curioso que yo, siendo la misma persona, recibía dos reflejos antagónicos. El sol y las baldozas se habían puesto de acuerdo para confundirme. O tal vez, me hayan querido dar una lección.
Hoy, mirar la propia sombra reflejada en el piso no significa perder la conciencia del yo. Pero tampoco me alejé demasiado de la percepción infantil. Porque a pesar de seguir siendo nosotros mismos, de acuerdo al momento del día los ojos de los curiosos pueden vernos tan altos que hasta podríamos extendernos por todo el mundo. O tan chiquitos que incluso podríamos caber en un bolsillo. Los juegos de los chicos encuentran explicaciones en las palabras de los grandes. Los juegos de los grandes no tienen explicación.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y este texto idem, muy buen remate
besos
mfl