miércoles, 5 de septiembre de 2007

La primera persona del singular: yo

Qué te importa cómo carajo me llamo. Alguna vez mi nombre fue Felipao. Pero también, alguna vez, yo vivía en otro lugar, al margen de todo esto, del encierro, de las drogas, de las muertes, de los libros, incluso de los recuerdos. A la orilla del mar, bajo un sol calcinante, nunca había nada que recordar. Todo se circunscribía a un único instante. Más allá de la noche o del día, de lluvias torrenciales o de cielos completamente azules, nada modificaba el presente porque todo vivía y moría allí: un momento desolado, un lugar desguarnecido. Pero el amor se convirtió en exilio y el exilio, en encierro. Ya no soy lo que era. Perdí mi nombre, por eso me odian los míos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, Felipao, tampoco te lo tomes así, jejeje.
Hablando en serio, muy bueno! Una alegría ver algo publicado en un momento en el que estoy haciendo una desgrabación con otro intelectual que asegura "no ser tilingo", puaj.
Los dejo, un beso enorme.
Little Miss Jiraf (a punto de volverse alergica a la lactosa por toda la crema de la intelectualidad).