Aburrido -suponemos-, el nuevo jerarca nazi-católico, Ratzinger, paseaba por los pobres jardines de la gran facho sede catoliculicas. Como no sabía muy bien cómo atemorizar a sus súbditos, se puso a jugar con unos playmóbil que le habían obsequiado en su último cumpleaños. De pronto, desde la nada más absoluta, un auto a control remoto se presentó con una furiosa velocidad y derribó a los muñequitos del furioso futuro santo de todos los fachos. Vio hacia su costado y pudo comprobar cómo un maldito niño de ocho años, hijo de un general ex-asesino-torturador-dictador de alguno de los tantos países balcánicos, manejaba el control remoto de ese tremendo objeto atroz que atravesó a sus divinos plays. Quiso putear, pero enseguida la lengua se le contrajo, y con veloces pasos huyó de ese pobre vergel que rodea al vaticano y se metió dentro de uno de los tantos baños de la facho capilla sixtina y lloró como nunca antes lo había hecho. Una vez recuperado, salió, llamó a su facho-sometido-sexualmente-por-el-orto secretario de 15 años de edad, y le dijo "preparmus todus para decirus el siguientus anuncius". El secretario, como esa noche no quería ser sodomizado, hizo caso a los pedidos, y entonces, de eso, salió esto:
Los “Diez Mandamientos” para los conductores.
Tercero: “Cortesía, corrección y prudencia te ayuden a superar los imprevistos”.
(cuando el niño de ocho años se acercó al Sanctun Putono Papa, éste le dijo, "filus míus, ven aquí, bajate los pantalones, yo te explicaré lo que significa cortesía, corrección y prudencia y como todo puede sintetizarse en un divino imprevistummmmmmmm")
Los otros nueve mandamientos, si usted es un conductor muy preocupado por su moral rutera, pueden consultarse acá.
1 comentario:
¿le doy la bendicion al texto, o la vendicion.?
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