"Mira al chico que tiene enfrente y descubre su mirada intensa de infante desvalido,quiere hablarle, pero él ya bajó sus nocturnas ansiedades hacia el texto que leía antes de encontrarla, hola, al menos, nada, él se fue a su lectura y no regresa. Cierra los ojos y espesa el aire que recorre sus pulmones. Siente su respiración con delicadeza, pensando que es algo sagrado pero táctil. Así, serena, agudiza sus sentidos hacia ese cúmulo inestable que se gesta en su centro más íntimo; pero es una inestabilidad liviana y complaciente. Hace un esfuerzo, pero su boca se mueve silenciosa, las palabras no salen. Estática, piensa en la sangre que espolvorea su cuerpo. Las palabras se esfumaron, repite atónita, se esfumaron sin permitir la unión que pueda explicar. Una parte de su cuerpo se acomoda con ligereza, se reencuentra con sensaciones olvidadas y mira desorbitada a la otra mitad, la mitad inquieta, la mitad que palpita y busca alguna forma que la identifique, así y todo con un dejo de placer que sobresalta. Ella se adormece tranquila, pero una frágil inquietud reboza sus párpados, una inquietud peligrosa de una belleza inigualable. Si me vuelve a mirar le sonrío... Siempre le resultó sencillo escribir el dolor, poner en palabras un pinchazo agudo que sacude el cuerpo y dejar la mente destrozada. Pero ahora todo lo que tiene es una ansiedad que es una especie de vibración entre luces indefinidas. Una mirada suya, es todo lo que quiere, que vuelva hacia ella sus noches expectantes, quiere uno solo de sus insomnios. Sus ojos insisten con un mensaje terminal: intercambio niebla por alba diáfana. Pero él se baja y sus ojos transitan otros seres."
De: M.
Para: F. (jirafa menor)
3 comentarios:
Juan Luis Guerra dijo: Ojalá que llueva café en el campo.
Hoy agradezco que el campo llueva en mi café.
Muchísimas gracias.
anónimo, eh?
¿rami conoces a juan? el q constryo su casa jajajajaja
t amo hermanito
desde felicidonia
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