jueves, 23 de agosto de 2007
Posibilidades
Salí del departamento y pude comprobar que londres no solo es una posibilidad inglesa. Por unos segundos, Buenos Aires era un terraplén de blancura húmeda, un tanto fría, un tanto asfixiante. Caminé por rivadavia hasta callao, con sueño, como arrepentido de haber salido de esa comodidad tan intensa y única llamada cama. Tomé un colectivo, junto a otra gente. Todos con el mismo ánimo, iban. Un tanto dormidos, impulsados por la tracción de un motor que, estando quietos, los movía en su propio movimiento -el movimiento del motor-. Me puse a leer un trabajo de un polaco sobre un norteamericano. Lem sobre Dick. Y entre tanta crítica, teoría y ciencia ficción, a veces levantaba la vista para observar a la chica que estaba sentada frente a mí, muy linda por cierto. Leía, miraba, volvía a leer. Finalmente, luego de 45 minutos de movimiento continuo, el colectivo llegó a destino. Bajamos, en un impulso vital que nos sustrajo de la única posibilidad de huir de lo que creemos que es la realidad.
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