miércoles, 23 de junio de 2010

O Captain! My Captain!



Dice el grande del Buen Salvaje:

Maradona se ha convertido, al final de la primera fase del Mundial, en la gran estrella del torneo. Frente a la neurosis obsesiva compulsiva de la mayoría de los técnicos, Maradona opta por la vieja receta spinoziana de los afectos como pasiones alegres que condensen al grupo e impulsen a la victoria. Es para emocionarse hasta las lágrimas cuando al final de los encuentros Maradona saluda uno a uno a los jugadores, abrazándolos y diciéndoles cosas al oído. Eso es política, la mejor clase de política, la que construye comunidad. Maradona es como esos viejos caudillos que conocían las fortalezas y debilidades de cada uno de sus seguidores, y que para cada uno tenían una palabra sanadora. Un caudillo federal, un Facundo que pispeó el libro de Sarmiento y por lo tanto sabe de antemano como lo tratará la historia, y puede darse el lujo de hacer entrar a Palermo para completar la narrativa de los ninguneados: un gol que redondea ese gran texto nunca escrito por los feos y los malos. Palermo, ese jugador que debería apellidarse de otro modo: Pompeya, Almagro, Lugano.

El texto completo, como todo el mundial, en la maquila

2 comentarios:

mary poppins dijo...

jiraf soy maradonista pero el video de la droit es INSOPORTABLE!!!!!!!!

jirafas dijo...

para mí es genial, mary, qué quiere que le diga. echele la culpa a don emir kusturica... besos