viernes, 16 de octubre de 2009

La emoción de la libertad

Ya nadie niega la capacidad que tiene el dié para generar quilombo. En otras palabras, si el dié dice algo mucho más potente que un haiku, enseguida de todo eso el mundo se hace eco para reproducirlo, una y otra vez, interminablemente, incansablemente, en cada uno de sus medios locales. Anulan cualquier otra manifestación, cualquier otro problema, toda una realidad mucho más apremiante, para sacar en la portada lo que dice el dié, lo que hace Madonna, el modo en el que se muere Krusty el payaso o la manera en la que Petete salta de un balcón. En esa lógica se mueven los medios, y con ellos, el resto de la sociedad. Así y todo, ya pocos desconocen el epígrafe con el que Salinger comienza los Nueve cuentos. El dié, sin duda, es la respuesta a ese koan zen. Las declaraciones del dié obnubilan, generan espamos en el pecho, cachetes colorados, verdades risibles, dolorosas, ganas de pasar una noche con él aspirando. De un modo u otro, lo que perturba, entonces, no es tanto el dicho en sí, sino la posibilidad de que una persona, en cualquier momento, porque se le da la gana, y sin ningún tipo de temor, dice lo primero que piensa. Sí, lo que piensa. Porque el dié, hay que reconocerlo, no dice lo que se le ocurre, sino lo que piensa, y después continúa como si nada, porque a nadie, después, le debe una explicación. Ni siquiera a Dalma y Yanina. En términos filosóficos, el dié encara la libertad absoluta. Entonces, ahí está el quid de la cuestión, en la envidia hacia la libertad absoluta de la discursividad, que se incrementa de una manera notable al ser un negrito salido de una villa que, en teoría, sólo está destinado a soñar hasta que la droga ya no se lo permita, chorear y mantener el sistema carcelario. Y esa envidia que se transforma en impotencia que, a su vez, deviene en mala leche, sin embargo, es la que también posibilita que esa libertad que comienza a un nivel discursivo, enseguida se covierta en una praxis vital. Desde cagar a tiros a los periodistas, hasta insultarlos en la cara para revelarles lo que saben que son: cavernícolas mercenarios. Y en ese simple giro, lo que a continuación se ve y se escucha no es más que la hipocresía andante, el discursito de la moral y las buenas costumbres. Ya nadie habla, entonces, de lo deportivo (Argentina juega para el orto, quién se atreve a negarlo), sino que, a partir de los dos apuntes fotocopiados leídos en TEA, en la UBA o en cualquier universidad donde el título se compra en más o menos cómodas cuotas, lo que se escucha es una indignación que provoca risa. Ya lo dijimos, el dié es mucho más que simplemente fútbol (y el hecho de que sea tapa en cientos de diarios del mundo lo demuestra), pero lo que no puede aceptarse es que las corporaciones multimediáticas hagan de eso una performación de la moral y la ética. Lo único que esperamos es que todos los chicos mañana le digan a sus maestras, a sus padres, a cualquier vecino y, en especial, a la policía y los periodistas: ¡qué la chupen, y la sigan chupando y que después vayan a vistar al toti pasman! Porque lo que se viene es eso, o sea, esto: una selección que cagando aceite, jugando mal, haciendo goles hasta con la pantorrila, saldrá campeona del mundo. Eso sí, quédense tranquilos que igual después los vamos a invitar a los festejos, eh, así ven lo que es una fiesta y una causa popular.

8 comentarios:

Unknown dijo...

Maestrísimo!!!!

Unknown dijo...

Gracias, gracias, gracias,es lo unico que me sale en este momento de la emocion que tengo, no puedo creer, estar leyendo algo exactamente como yo lo hubiese escrito.gracias y no pares de escribir nunca.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

muy muy bueno!

apoyo 100% este escrito!

Protervo dijo...

todo bien, queda claro que lo bancas de alma. pero "a chuparla" es un haiku?

a chuparla
la rana salta en el loto
pasman es puto en primavera.

Jirafas dijo...

no, protervo, simplemente dije que ciertas declaraciones son más potentes que un haiku (único género de poesía que respeto y, a veces, leo).
le dejo otro:

lo que añoro
café y media lunas
así de simple

LMJ dijo...

Hola: soy la primera en festejar la reacción del Diego, ese descargo a ALGUNOS periodistas mercenarios que les importa un carajo la gloria argentina y lo único que quieren es el pasaje y la estadía a Sudáfrica.
Sólo hay una cosa que no coincido con el Diego, y no es exclusivamente del Diego (porque el Diego puede ser el más grande, pero es sólo un hombre y como hombre, es chiquito frente a una idea tan arraigada como siniestra). El hecho de que todo sea BLANCO o NEGRO. Esa idea es la que aparece desde siempre en toda profesión, o situación, o etapa de la vida. En cuanto a los periodistas, a fines de los 90 cuando comencé a estudiar la profesión, ellos aparecían como los "guardianes de la verdad", los que saltaban a "defender a la gente" frente a la ausencia de las instituciones.(POSTURA QUE FUE REFUTADA DESDE LOS PROPIOS PROFESORES DE MI LUGAR DE ESTUDIO, POR CIERTO) Hoy, son los mediocres que compran sus títulos.
Lo que se debería hacer, y espero que se haga desde las instituciones deportivas, es que se les deje de dar privilegio (como históricamente se hizo) a esos dos o tres mercenarios que sirven para decir que los periodistas somos una manga de mediocres que compramos nuestro título. Que cada cual espere su turno, como debe ser. Si eso se logra, estaríamos en presencia de un verdadero cambio. Amén!
Ojalá que le vaya muy bien a la selección, ojalá. POr el Diego y porque nos merecemos soñar.
Pero ojalá la postura Boca-River se quede solo en lo deportivo.
Lo dice una persona que estudió periodismo, y que por vivif la experiencia sabe que no compró su título. Y que se considera una revolucionaria porque se revela ante el blanco y el negro, y propone1 comenzar a ver el gris, que, después de todo, es el color de la materia que nos permite tener un pensamiento autónomo.
Besos mil.

Jirafas dijo...

celi, ni de casualidad nos referíamos a usted respecto a la compra de algún título, eh. fue una generalización, quizá odiosa, para referirnos a lo que se encumbra bajo el periodismo deportivo de los multimedios (y del periodismo multimediático en general), y que a partir de una frase certera y directa, realizó una defensa corporativa de la hipocresía, enarbolándose, una vez más, como estandarte de los valores sociales (cuando, todos sabemos, la sociedad les chupa un huevo, o, en otras palabras, la sociedad les importa en tanto conflictos, contradicciones, miserias, inseguridades, etc, puedan ofrecer para autogenerar noticias, información, análisis sin relevancia, sin constatación de nada, y un gran etc que todos conocemos).
más allá de eso, el diego fue siempre un poco así, un todo o nada, blanco o negro. algunos dirán que es símbolo de inmadurez. yo me reservo la posibilidad de pensar que es simplemente un modo de poder sobrevivir a ser él.

beso grande