lunes, 29 de septiembre de 2008

Papi, Papichulo

–Decí uh, ah, bien fuerte –me dijo Homero al oído
–Uh, ah –dije con la mano en alto, porque me había parecido apropiado. Fue un gran error. Enseguida los monstruitos voladores comenzaron a tirarle flechas a los de abajo, mientras que los de abajo se enfrentaban entre ellos.
–No, boludo, quién mierda te dijo que levantes la mano. Volvé a decirlo, volvé a decirlo ya, apurate.
–Uh, ah, uh ah, uh ah –dije esta vez y así como antes se habían empezado a matar entre ellos, ahora hacían las armas a un lado y todo lo que se veía era monstruitos cogiendo y la ganas enormes de Homero de cagarme a trompadas.
–Decí uh, ah una sola vez, sólo eso, no lo repitas, no levantes la mano, no te toques la chota, simplemente eso, uh, ah –me dijo Homero mientras que me daba golpes en el casco.
–Uh ah –dije y al instante todos se callaron y volvieron a ocupar sus lugares. A ninguno parecían importarle los muertos que acababan de matar y ninguno parecía recriminar las órdenes que había dado.
–Bien, ahora decí bruc, brac, bracbrac y después empezá a marchar junto a nosotros.
–Bruc, brac, bracbrac –dije y me puse a caminar junto a Homero y la mujer de labios torcidos.
–¿Cómo te llamás? –le pregunté a la mujer.
–Justina –dijo.
–Lindo nombre.
–No te pasés de vivo, Mandrake –dijo Homero.
–Dejalo tranquilo, además, vos nunca me decís cosas así, nunca me dijiste nada de mi nombre, en verdad nunca me dijiste nada de nada, me decís vamos a la guerra y yo voy, vamos a la cama y ahí me tenés, pero jamás me decís nada lindo.
–Mandrake, la reputísma madre que te re mil parió. Mirá las boludeces que tengo que soportar. Y vos, dejate de joder, estamos yendo a la guerra y me venís con esas cosas.
A partir de ahí caminamos en silencio. Un silencio paradójico, un caminar perturbador. Íbamos a la guerra, a deshacer nuestros cuerpos frente a los Orangutanes, pero el paisaje sólo se presentaba como un descampado inconmensurable. El paso de los monstruitos era un repiqueteo constante. Cada tanto me daba vuelta a observarlos, y me emocionaba, se me piantaba, dirían algunos, un lagrimón. Sin duda, verlos caminar representaba toda una circunstancia poética. A veces el viento levantaba un poco de polvareda, pero nadie se inquietaba por eso. El cielo continuaba despejado, y, en su momento, Virgilio me había advertido que no se habían anunciado cambios climáticos significativos, que el día estaría de puta madre. Y lo estaba. Pero ninguna de esas circunstancias del territorio lograban atemperar mi ánimo. Marchábamos a la guerra, no a Disney World y eso me trasmitía un gran cagazo.
Al fin, luego de caminar durante bastante tiempo, Homero me hizo una seña para que nos detuviéramos. A lo lejos se veía una gran nube de polvo que nacía del suelo. Se están preparando, dijo Homero. Virgilio tenía razón, dijo Justina, van a atacar hasta con tierra. No entendía de qué hablaban, pero eso importaba poco. La guerra había dejado de ser un preparativo insoportable, una armadura ridícula y un arma retrógrada; aquella nube de polvo indicaba que ahora la guerra era la nueva realidad.
–Acordate, repetí exactamente lo que te digo: esturdín atrox, atrax intritrotrox Justina –dijo Homero.
–Esturdín atrox, atrax intritrotrox Justina –dije y los monstruitos de la primera línea comenzaron a caminar hacia adelante. Cuando llegaron hasta donde estábamos, Justina empezó a caminar y los monstruitos fueron detrás de ella. Durante algunos minutos vi transitar por mis costados al batallón que combatiría en primer lugar. Ninguno parecía inmutarse y aún menos arrepentirse de la dirección a la que los llevaban sus pasos, tan sólo caminaban detrás de Justina bajo el sol de la primera tarde. A lo lejos, todavía continuaba la nube de polvo. Junto a mí, Homero contemplaba al resto del ejército, y detrás del ejército ni siquiera se divisaba el campamento del que habíamos salido. Sólo nos amparaba el desierto. La mano de Homero me hizo girar y comprobé que el batallón de Justina se había detenido. Me dijo que me quedase tranquilo, a partir de ahora ella tenía el poder sobre aquellos monstruitos. Nunca estuve nervioso por ellos, siempre temí por mi vida, pensé pero no me atreví a decírselo; supuse que él estaba al tanto de ese sentimiento.
–En cinco minutos salen para allá. Yo me voy a ir con la tropa mediana, vos salís último, con los voladores. Uno de ellos te va a llevar. Tenés que estar muy atento, cuando Justina comience el ataque, yo comienzo a marchar, y ni bien me veas atacar a mí, vos salís con los voladores. ¿Entendiste?
–Sí.
–Perfecto. Ahora repetí: esturdín atrox, atrax intritromediox Homero.
–Esturdín atrox, atrax intritromediox Homero –dije y, como había dicho Homero, los monstruitos del medio comenzaron a acercarse a él.
–Recordá, para que te sigan tenés que decir papi, papichulo airus aplenus Virgilio.
Después de la experiencia de horas atrás, estampé esas palabras en mi memoria. Fijé la vista en el batallón de Justina y en el momento exacto en que el batallón que acompañaba a Homero se detuvo, el de Justina, despavorido, corrió a enfrentarse con los Orangutanes. Desde mi posición no podía observar nada, y si bien la idea de esperar el momento que Homero me había indicado me parecía ridícula, no hice más que eso; así fue como, conciente de mi estado de milico, asumí el rol del vigía perfecto. Aunque por suerte no tuve que esperar demasiado para abandonar mi papel de testigo: minutos después de que lo hiciera el batallón de Justina, el de Homero comenzó a correr hacia la polvareda que, con cada monstruito que se le sumaba, acrecentaba cada vez más su tamaño. Sin más alternativas, y con una sonrisa en la cara que nunca supe de dónde había sacado, giré y, de frente a mi batallón de monstruitos voladores, dije:
–Papi, Papichulo airus aplenus Virgilio –y segundos después estuve en la espalda de un monstruito camino a la guerra.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué lindo relato!
Muy divertido
me encanta leer
estas zagas!
lindos flashes literarios.
felicitaciones soldaditos
besos.
Inger

Anónimo dijo...

me gustaaan los monstruitos.
beso. ele.

Equipo de Investigación dijo...

Jelou jirafianos! dejo coment para meter chivo. Espero que no esté pautado. Los invito a chusmear un blog sobre cine de terror, espero que se copen.
Prometo mostross

Anónimo dijo...

mensaje para LMJ:
Hola little,anduve perdido pero ya regresé para leer todo lo que escribas,te cuento que entre todas las cosas que hice,estudiar,trabajar(laburo con mi viejo) tuve ttiempo para ir al cine,fui con una chica que conocí en el CBC recopada,la invité al cine y ella eligió la pelicula,no podía haber elegido mejor,vimos una película fuerte pero maravillosa,te la recomiendo si no la viste,se llama "4 minutos",es alemana,te aseguro little que me flasheó,la actriz joven es una mina con una fuerza avasallante,little tenés que ir a verla,quiero tu comentario autorizado,vos sabés cuanto estimo tus palabras,espero que vayas y como te dije antes,si ya la viste,mejor,decime que te pareció,te mando un beso jirafita.

pd.la chica con la que fui es alemana,es linda,estoy enamorándome,pero me parece que a ella no le pasa lo mismo,ay jirafi,se me viene una tormenta de amor,más que tormenta,un tormento.
nacho bremer(enjugándose una lágrima)

Anónimo dijo...

hay olor a Putooooooooo.

Anónimo dijo...

pasé de nuevo por acá a ver si tenía mensaje de LMJ y me encuentro con esta discriminación de arriba supongo que debe ser para mí,pregunto:un hombre ¿no llora?,digo,si es por eso el comentario,en verdad no estoy llorando estoy medio triste porque la piba que me gusta me quiere como amigo,ahora si es por lo de tormento, amar¿no lo es acaso?en fin no entiendo la agresión,soy un muchacho joven,heterosexual asumido,estoy caminando por la vida,aprendiendo de otros,de la gente de este blog,de otros también copados,pero si fuera gay¿cuál es el problema? me encanta una chica de acá,la jirafa LMJ,le cuento cosas,digo otra vez¿cuál es el problema?no contesto a agresiones con más agresiones,sobre todo porque desperdicio mis energías que las tengo para otras cosas más productivas,así que hermano anónimo
no las voy a gastar en vos.Saludos
nacho bremer

lupanar dijo...

Jirafin, me hizo reir el final!
Estos comentarios podrian formar parte de otro blog, vas a tener que empezar a alquilar el fondo de comercio ja!
Saludos!
lupe.

Jirafas dijo...

inger, gracias por la lectura.

ele, a mi me encantas vos

nacho, no le haga caso a los anonimos. lmj ya lo saludará

lupe, totalmente de acuerdo, desde hace un tiempo podríamos hacer un rejunte de comentarios diversos que serían un blog por sí solo.

saludos para todos

pd: al resto de las jirafas, escriban putos!

Anónimo dijo...

Hola Nacho, que te puedo decir? Sólo gracias por la recomendación, la iré a ver. Está bueno eso de la fuerza, de la intensidad. No voy a dar recomendaciones del amor por ahora porque cada vez lo entiendo menos o más, o ya no sé. Quizá diga lo que sienta en un post, pero sería desnudarme, y ya no sé si quiero hacerlo acá o en cualquier otro lado, veremos.
Yo estoy eligiendo un libro para parar la máquina: "Cae la noche tropical", de Puig. Dulce y recomendable.
F: soy yo la que más desea poder volver a escribir. Por ahora me conformo con cantarle a mi pared.
Besos a todos.

Anónimo dijo...

litle:gracias por aparecer,y siempre con tu luz habitual,no importa que no escribas por ahora,ya vendrá la inspiración ,o las simples ganas,mientras aparezcas aunque sea con un comentario está mi dia completo.me estoy cayendo de cansancio.buenas noches,dulzura.besos.leeré el libro recomendado.nacho

Anónimo dijo...

Putrefacto olor a maraca....

y ahora con clases del profesor bucay.

Siesta escandalosa dijo...

Hay sol y volvieron los soldados: perfect day.