miércoles, 3 de septiembre de 2008

Emilio

Sábado, once de la noche. Los de afuera dirían que la noche está en pañales, pero para Emilio, sólo está en su casa. En la mesa ratona, un plato; en el plato, un sándwich hecho con una rodaja de pan lactal y otra de salvado. Entre las rebanadas, una mustia hoja de lechuga, jamón, una amarillenta feta de queso de máquina y cubos de tomate rescatados de una ensalada. Podría haber ido al mercado, pero su día recién había comenzado a las seis de la tarde y no le dieron ganas. No tuvo siquiera el impulso de ir al videoclub a alquilar una película. Desde hace un tiempo dormir es el mayor de sus placeres. La cama, siempre deshecha. ¿Para qué voy a hacerla, si total la voy a desarmar al día siguiente? Su vida podría ser cómo la de Juan Carlos Onetti, aquel escritor que jamás salía de su cama. La idea no le disgusta y decide llevar la cena a la mesa de luz. Enciende el televisor y no olvida el control remoto. Al fin se acomoda entre las sábanas arrugadas y le da un mordisco a su cena: nota que el queso está un poco rancio, siente asco y toma agua. Comienza a hacer zapping: un conductor, unas tarjetas, unas preguntas. ¿Cuál de estas tres películas fue protagonizada por Marilyn Monroe: Desayuno en Tiffany´s, Una Eva y dos Adanes o La ventana indiscreta? Tiempo en el aire. Un adolescente con cutis graso piensa antes de contestar.
-Una Eva y dos Adanes –grita Emilio al televisor
-¿La ventana indiscreta? –responde el adolescente.
-Respuesta incorrecta.
Qué poca cultura que tiene ese pendejo, y además qué desagradable, piensa Emilio mientras se rasca la oreja. Siente hambre, toma de nuevo el no muy tentador sándwich y cambia de canal. Esta vez, el televisor ofrece una discontinuada serie norteamericana. Un abogado, una clienta, un escritorio, un pleito. El: traje impecable, camisa planchada, trabacorbata. La mesura del discurso contrasta con la gota de sudor que nace de la sien izquierda del abogado. Ella: escotado chemise rojo y tentador brillo labial, y si bien es hora de resolver un conflicto, la prioridad de ella es acercar la lapicera dorada a sus labios rojizos. El abogado pierde el control y arroja al suelo todo lo que estaba sobre el escritorio. Miradas sugerentes y el escritorio vuelve a estar ocupado.
Bajo las sábanas de Emilio, un tímido deseo sin ningún nombre en particular, pero cierra los ojos y la imagen de Lizzy se proyecta en la ceguera. Piensa que en ese momento no le molestaría que ella estuviera junto a él, en una escena un tanto más convencional que la de la serie. Hoy le haría un lugarcito. Pero después piensa que la cama es chica y que en una plaza no hay lugar para los dos. Se quejaría de que cuando duermo le saco toda la frazada y no dejaría de pedirme que cambie las sábanas. Típico de mujer. Pero en eso era buena, la pobre no se cansaba de hacerme mimos. La temperatura de la serie sube y la clienta pasa a tener debajo suyo al escritorio y al abogado. Por lo menos esa rubia infernal no tiene ningún problema con estar arriba… ¿Qué me decía la loca de Lizzy? A ver… ¿que estaba harta de estar arriba y de hacer todo el trabajo? Bueno, algo así. ¿Quién entiende a las mujeres? El tentador brillo labial de la protagonista pasa a ser un mamarracho en una cara bonita y los deseos de Emilio comienzan a no ser tan tímidos. ¿La llamo? No, ¿para qué? Seguro que me va a decir alguna estupidez de psicóloga idónea. ¿Qué me reclamaba esa loca? Que yo no me hacía cargo de nada…Típico. Bueno, mejor cambio de canal y pienso en otra cosa porque esto me hace mal. Después de todo, esa idiota apestaba a olor a pucho.
Emilio elige el programa que encuentra menos reflexivo: una señora hogareña hace un portallaves de madera patinada. A pesar de que la expresión de la conductora es pacífica, la imagen afectada de Lizzy vuelve a la memoria de Emilio. Por Dios, que mina, siempre me llamaba por teléfono para decirme que yo no la llamaba nunca. Cada pincelada de la conductora ayuda a Emilio a disminuir su deseo, pero las preguntas de Lizzy devenidas en preguntas sobre Lizzy persisten: cargo… ¿qué me quiso decir? La conductora saca otro portallaves a medio terminar, y con otra clase de pintura escribe en él la palabra amor. Emilio siente nauseas por el programa y por el sándwich y como no tiene sal de frutas, cambia de canal. Cargo… ¿cargo?
Después de un viaje frenético, el control remoto se decide por una comedia alemana. Un matrimonio en la cocina. El, un delgado albañil que vuelve del trabajo con una expresión cansada. Ella, una señora gorda que bate huevos con mucha energía. La imagen de la protagonista desplaza a Lizzy de la cabeza de Emilio y le recuerda a otra mujer… Se parece a mamá. La escena entusiasma tanto a Emilio que ni se toma el trabajo de leer los subtítulos: el agotado hombre se sienta a la mesa mientras la colérica señora toma la sartén por el mango y grita amenazantes palabras en alemán. Emilio sonríe, cierra los ojos y esta vez la ceguera lo transporta hasta su infancia. Recuerda a su padre cuando volvía de trabajar, con el traje arrugado y esa corbata que en los días de calor parecía apretarle el cuello. Su madre lo recibía con palabras en tono demasiado elevado y con la comida a medio hacer. El padre, temeroso preguntaba:
-¿Por qué me gritás así, querida? No te hice nada, acabo de llegar…
-¿Y qué querés? Soy de Aries con ascendente en Leo.

9 comentarios:

Eu dijo...

Quiero un Emilio, sólo por unos 30 minutos. Que llame y luego vuelva a su rutina de cama y zapping.

Fede, desaparecido. Beso grande.

Eu.-

Anónimo dijo...

Impecable.

Como siempre se respira la mejor voz hablada del continente. Un honor para el pueblo jirafiano.

atte,

uno que se me parece.

Siesta escandalosa dijo...

Alarmante como Requiem para un sueño.
Aplausos.

Anónimo dijo...

Muchas gracias para todos!!!
Eu: quedan 3 apartados más de Emilio y de su Lizzy, stay tunned.
Anónimo: gracias totales!! No tengo más palabras para un elogio semejante.
Siesta: che, la diste en el clavo con Requiem. JUsto me acordé del resultado del estúpido test de facebook en mi cabeza, ese de la banda sonora de tu vida, me salió Requiem y decía "te haces mil preguntas y no encuentras las respuestas", ayayyayay!!! Si supieras siestita qué sincronías raras tamos teniendo...
Besos pa todos,
Celi.

girlontape dijo...

me encanta. muy bien escrito. quiero más. besos

Anónimo dijo...

E X C E LE N TE!!!

Mi querida jirafa litle: impresionante la meticulosidad del relato,el paso a paso y el conocimiento que tenés de la siquis de un viejo;tenía un vecino que hacía toda esa rutina que vos le hacés hacer al personaje,me flasheó este post,como siempre,un beso para mi jirafa preferida,con mucho cariño y admiración.
NACHO,el aprendiz.

pd. un beso no,miles.

Anónimo dijo...

me encanto!

Anónimo dijo...

Holis, gracias por todo Mary y Girlontape!!!
Gracias a ti tb Nacho, pero aclaro, cuando escribí este cuento (yo tendría unos 25) imaginé a Emilio con 29 añitos como máximo (los viejitos son los del apartado anterior, los de Lizzy). Así que Emilito tiene mi edad, todo un fiaca, pero con mi edad.
Faltan todavía tres entregas de esta feliz parejita. Pero tengo que postear todo desde lo de mi vieja, ya que en mi máquina no sé qué toqué y que hice con las condenadas cookies.
Besos,
Celi.

Anónimo dijo...

jirafiña litle:estoy en casa con unos amigos terminando un trabajo en equipo para el cbc y nos vamos enseguida a gozar de este sabado fresquito,antes de irme te quería decir que el comentario era para el otro apartado,creí que lo había puesto ahí,en lizzy,para emilio tenía otra felicitación que no llegó porque me pidieron la compu,la rutina era la del viejo con el amigo,el cafecito,el diálogo,lo que hacen muchos viejitos,igual aprovecho para decirte que el relato de emilio fue
increíble,todo lo que vos escribís es deglutido por mua; che, ji ¿enserio tenés 29 años? ay ,yo tengo once menos¿qué hago con mi amor imposible? nunca me vas a dar bola,te hacía de 20, alo sumo 21
qué mal,igual te requiero,pendeja de 29 jaja.Me voy, a olvidarte en otros brazos,chau,viejita (mentira perra,nunca serás vieja para mí porque sos fresquita como un aliento de menta). nacho