lunes, 14 de julio de 2008

Monstruitos

Debí sospechar que el realismo se había subvertido cuando vimos aparecer a Homero, el de las tres piernas. Pero a partir de un paso determinado –un paso que jamás pude recordar–, el mundo se modificó por completo. Ya no había descampado ni edificios deshabitados; tampoco el sonido de lo desierto, y el olor a mierda que nos acorraló durante todo el trayecto, había desaparecido. Ahora, un espacio repleto de monstruitos abrumaba nuestra visión. Monstruitos por todo lados, por acá, por allá, dentro de negocios, algunos caminaban debajo de paraguas, otros tomados de extremidades que en ciertos casos se parecían a lo que conocemos como manos, pero que a veces eran partes que se nos reproducían como incómodas, extrañas; monstruitos, más grandes o más pequeños, que deambulaban por una ciudad demasiado moderna y artificial. Miré a Pascula y pensé que, lejos de llegar a colonizar, en ese momento éramos la farsa de Cristóbal Colón.

1 comentario:

EmmaPeel dijo...

Gustaron los mostros

Nos vemos en el palco mushashada!