viernes, 28 de marzo de 2008

Una ciega hacia los costados

No nos vemos nunca. Siempre tengo algo que hacer. Del trabajo a la casa, para seguir con el trabajo y ubicarme en donde quiero estar. Y reafirmarme quien quiero ser, sin siquiera haberlo probado. El abanico de lo vertiginoso se abre a la hora de emitir palabra: que estoy a full, que quiero salir a flote, que no me dejo desanimar, que soy una luchadora, que el lavarropas, que las reuniones de consorcio, que soy una olla a presion, que no pude decir que no, que bla, bla, bla.
Escuchabas mis razones y decías comprenderlas. Después dijiste que estuviste ahí, pero que ahora estabas mucho más en paz. Sabía que tu camino hacia la paz no era el mío, pero igual me alegraba al escucharte decir que lo habías conseguido y te prometí, que los dos, a pesar de lo distinto, ponto compartiríamos un lugar, café de por medio, para rellenar la impersonalidad del ruido blanco con nuestras voces, tan sonora la mía y también graciosa la tuya, cuando por esa fracción de segundo dejabas de hablar en serio.
Hoy nos vamos a ver seguro. Tu voz, esta vez lacónica, no daba lugar a las excusas. Voy a darte ese abrazo que desde hace meses no te daba y aunque deseo más que nada en el mundo comerme tu dolor, voy a ser la misma egoista, porque también voy a pensar en el mío, el dolor de una ciega hacia los costados. Porque tu voz quebrada no va a dar demasiado lugar a las palabras, mientras que la mía va a elegir callar. Aunque existe y me pregunta: ¿sos una luchadora?, ¿no te dejás desanimar?, ¿no te queda un minuto en tu plan de salir a flote?, ¿o sos tan sólo una imbécil?

2 comentarios:

girlontape dijo...

hola jirafitas!

Anónimo dijo...

Hurra por el regreso, Girlontape!