domingo, 30 de septiembre de 2007

rubik

Tengo un libro de respuestas para todas las preguntas que crees importantes, se llama “billiken”. En un cajón, en una cómoda, al lado de una cama en una pieza alguien guarda un libro que no es éste y de noche cuando no puede dormir lo abre y lo empieza a leer, pero nunca corre de pagina el marcador y entonces siempre comienza la lectura desde el mismo lugar, no lee más de tres páginas cuando siente ya que sus ojos se queman y su mente no comprende lo que las palabras dicen. Se duerme. Simplemente necesita querer leer ese libro, ése y no otro.

Hay gente que puede estar horas concluyendo que la gente se equivoca con ellos, que ellos no son lo que los demás creen y que ellos no son culpables de haber generado “tantas expectativas” en el resto. Suelen tener reflexiones conmovedoras como las siguientes:

DIÁLOGO 1.

A: “pero pensé que querías ir al cine…”
B: “no, no entendés que no me conociste nunca.”

Esa conversación pudo haber sido tranquilamente la trágica consecuencia de un café en exceso azucarado, o todo lo contrario. El asunto es que para ellos es importante destacar con vehemencia lo incomprendidos que son, lo difícil que es para ellos no ser merecidos ni reconocidos. En esencia son una patada a las pelotas de lleno y con furia, entrañables a veces, pero insufribles como gatitos y gatitas en celo.

o


DIÁLOGO 2.

A: “te gusta el chocolate negro o el blanco?”
B: “ESTOY HARTO/A DE QUE ME PONGAS A PRUEBA!!!”

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(y esta última es una verdadera genialidad)


MONÓLOGO. (repetir x3600 diarias)

a: ”No me hagas caso, es que soy taaaaaaaaaan (con énfasis y un suspiro) complicada/o. Ni yo me entiendo a veces (los párpados ensayan un gesto melancólico, el acto de víctima posmoderna es nuevamente brillante, se cierra el telón y un par de par de manos que nunca sintieron ni de cerca una pala aplauden la escena hasta la pérdida del conocimiento).”

No, no! Amiguita, amiguito, no se confunda, usted no es complejo, es de hecho más fácil que conseguir puntero de paco en buenos aires; usted es, y lo remarco, una persona que disfruta de escucharse hasta el hartazgo y sobre todo escucharse a sí misma diciendo una vez tras otra lo mismo, no, no, compleja no, usted es fáctimante un cubo rubik completamente rojo.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Sobre la palabra cariño

Creo que a medida que pasan los años uno se asume cada vez más ignorante. Buscas aprender de todo y encontrar explicaciones para lo que no fue como querías que fuera. Bordear lo perfecto y así, tal vez, encontrar un poco de aprobación. La palabra aprobación es sólo un disfraz que cubre a otra palabra, un tanto más tonta en los tiempos que corren. Esa palabra es cariño.
Entonces buscás perfeccionarte sólo para ganar un poco de cariño. Tratás de decir lo correcto, pensar lo correcto, ascender lo correcto, escribir lo correcto, y elegir los momentos correctos para ser políticamente incorrecto.
Y por eso, en esa carrera tan vertiginosa por "ganar cariño" uno tapa los costados de sus ojos como un caballo de carreras. Casualmente, en los costados de los objetivos se encontraba el cariño que estaba y que no requería luchar por él. Ese para el cual no importaba ser correcto ni perfecto, ese cariño ignorado en pos de las metas, en pos del orgullo de no mendigar a pesar de las carencias, en pos del individualismo y en pos de una guerra eterna con un mundo que no siempre está a la contra.
Con la sed de aprender hay una cosa que no he aprendido (y aquí abandono todo tipo de máximas). Esa cosa tan tonta, tan menospreciada y tan escencial como dejarse querer.
Hoy quité los parches de los costados de mis ojos y de a poco puedo ver la luz. No digo que no me duela dejar atrás a esa chica de la búsqueda eterna. No digo tampoco que no tenga miedo a encandilarme. Pero por algo se empieza...

miércoles, 19 de septiembre de 2007

El fin (o la segunda parte de "un relato tomado de los huevos")

Los ruidos se agotaron de pronto, como si el mismísimo aire hubiera presionado el botón de stop de la radio que los reproducía. Vieron, era esa droga puta, dijo el Huevo, pero incluso él supo que eso que había dicho era una tremenda estupidez, quizá la más grande de su vida, aunque hoy me parece que no, que sólo fue una estupidez más de las tantas que ya había cometido. Pobre Huevo, la primera lanza entró de lleno en su ojo, y él abrió la boca, pero no pudo sacar ningún sonido, todo se consumió en ese gesto. De tal manera lo sorprendió el impacto que ni las cuerdas vocales contaron con el suficiente tiempo para dejar escapar el último quejido. Una muerte violenta, que se presentó sin disimulo y que lo dejó boca arriba con la lanza metida en el ojo, y mis ojos, fijos en el ojo del Huevo, ahora un agujero; esa era la entrada de la muerte, comprende lo que le digo, señor Felipao, ese agujero, y por allí entraría Toni, y luego seguiría yo.
Pero sólo Toni acompaño al Huevo en la muerte. La lanza entró de lleno por el medio de su pecho, y allí quedó, sentado en el suelo, apoyado contra el tronco de un árbol y con la cabeza gacha. Seguro de ser el próximo, me acerqué hacia él, levanté su rostro y comprendí, con mucho dolor, que ni siquiera la muerte le había dado alivio. Es que usted bien sabe, señor Felipao, la vida acá es muy dura, pero mal o bien uno se acostumbra a eso. Toleramos la miradas de los europeos que vienen a reivindicarse por estos lados, de los latinos con pasta que se creen europeos, y de los yanquis putos que viene a regocijarse de su dinero consumiendo toda clase de drogas y de putas. Uno se acostumbra a todo eso, acepta lo que es, quizá para no pensar demasiado en eso y, al fin de cuentas, terminar por ser absolutamente nada, eso, ser nada, calculo que así se vive un poco mejor, o más tranquilo, pero yo que sé, yo sólo soy un sobreviviente de esa tarde de horror, el más bestial, el más absoluto, un horror que no se compara con ningún otro, digo, el horror completamente imprevisto.
Me senté junto al cuerpo de Toni a esperar lo inevitable. Quizá piense que le esté haciendo un poco largo este cuento, pero sólo para que me crea, sólo para eso, comprende lo que le digo señor Felipao. En verdad desde la muerte del Huevo a la de Toni no transcurrieron más que segundos. Zac, una lanza en un ojo, zac, otra en el pecho, y yo, sentado, me jugaba todo a que a mí me tocaría en medio de los huevos. Pero no. Entre los árboles y arbustos vi salir un ángel. Sí, lo que le digo, un ángel, bueno, o al menos eso fue lo que al principio creí, porque uno jamás puede pensar que semejante belleza puede ser la causa de tanta muerte inútil. Se acercaba a mí, toda desnuda, una figura esbelta, de cabello castaño, y ojos claros, no sé si celestes o verdes, tal vez eran grises, no lo sé. Caminaba lento, y yo me dije bueno, después de todo no es malo morir en manos de un ángel, quizá me viole, luego me maté y al fin, después de todo eso, descubra la felicidad. Pero no sucedió nada de eso, ni violado ni muerto; de pronto la muy puta abandonó toda la calma angelical y se dirigió rápido hacia mí, como si tuviera la necesidad de cagar tanto fuego para no soportar en mi cara tanto miedo y un llanto próximo a estallar. Pero cuando ya me imaginaba mis pelotas fulminadas y mi cuerpo descuartizado colgando de algún árbol de esa puta selva, la mujer se detuvo, me miró directo a los ojos, y mencionó un nombre muy raro, qué, pregunté, y ella volvió a repetirlo, hasta que al fin pude comprender que preguntaba por un tal Ulises. No sé nada, dije, nada, en serio, yo sólo llevo esto, y le mostré la coca, pero la muy puta no hacía más que repetir ese nombre, y entre tanto grito y repetición, el miedo se me debe haber ido a la mierda, porque ahí me paré y me dije a esta puta le voy a demostrar lo que es un hombre. La tomé del brazo, la acerqué hacia mí, y cuando ya estaba por tirármela, sentí un ardor enorme en medio del culo, que después se convirtió en el dolor más espantoso que un hombre debe haber sentido en toda la puta tierra. Grité y grité, me llevé las manos al culo y toqué la lanza que ya empezaba a bañarse en sangre. Miré a la mujer una vez más, ella se acercó muy despacio, de nuevo parecía ser un ángel, creo que lo fue todo el tiempo, creo que sólo quería alertarme de algo, pero no sé bien de qué, no creo que de la lanza en el culo; eso, con ella o sin ella, era todo un hecho. Se acercó y suave, muy suave, me dijo al oído, Ulises, y después caí desmayado. Cuando desperté la droga ya no estaba, tampoco los cuerpos de Toni y del Huevo, ni siquiera estaba la selva, sólo yo en ese puto hospital. Esta es toda la verdad. No sé por qué no morí, por qué no me quedé por siempre ahí, yo prefería eso, la muerte, comprende lo que le digo, señor Felipao."

domingo, 16 de septiembre de 2007

código fuente

Si hay algo de lo que no sé es de la vida y de la programación, por eso es que hoy voy a hablar de ambas, emulando a mis camaradas autoproclamados de izquierda que dedican su vida a hablar de autores que nunca leyeron y de otros que nunca entendieron, mientras comen sus rancias frituras en algún boulevard perdido en el mapa de américa.

La vida es en sí misma una larga programación, un programa. Todo viene en un paquetito abstracto, que dice install, setup o similar y luego uno se dedica a teclear enter y esc la mayor parte del tiempo.

Por lo tanto, esta vida tiene uno o varios lenguajes de programación como cualquier programa. Lenguajes como el basic, el c, el pascal, el c++ o el java aplicados a los procedimientos de la vida. Y así como en la informática hay cuatro clases de lenguajes: el lenguaje secuencial, el lenguaje estructural, el lenguaje orientado a objetos y el lenguaje lógico.

LENGUAJE SECUENCIAL

Ciertas personas programan su vida con lenguaje secuencial, son los típicos pelotudos que afirman como si fuese una virtud lo siguiente "no me arrepiento de nada", o pelotudeces como "si naciera de nuevo, tomaría las mismas decisiones que tomé", es decir, pelotudos secuenciales. Seres que no podrían arrepentirse del menor suceso, por temor a que la matrix les devolviera error y derivara ésto en el desafortunado fracaso del programa, el claro error de sus vidas.

LENGUAJE ESTRUCTURAL

Luego algunos optan por el cómodo lenguaje estructural, un lenguaje que en síntesis permite a las personas priorizar temas o asuntos. Es decir, gracias a la utilización de estructuras, habrá temas para ellos que serán más importantes que otros. El peligro que esto representa en un país de mentiritas como el nuestro, cuyos habitantes no han podido dejar de jugar al ludo nunca, de ser chicos que hay que asistir y que nunca asisten, y que culpan al compañero del banco por las miserias propias, por el poco o nulo amor que le tienen a la patria; el peligro real es que las prioridades no son tales y temas de caracter secundario, terciario o completamente irrelevantes adquieren entonces un interés fundamental. Pocos manipularán las débiles estructuras de muchos, estructuras que necesitaban cimientos, de pelotudos que en masa proclamarán, seducidos por mucho alpiste y aún sin haber existido en ese momento histórico que la revolución industrial fue un error, y que los culpables de tanta sangre tienen que pagar por sus pecados. Mientras tanto comerán sus finos carrés de cerdo en alguna avenida que no empiece con R y proclamarán hasta la vergüenza ajena, "¡viva la patria!". Mientras tanto en el barro, miles de inocentes presentes tal vez vivos se regocijarán con saber que no hay diferencia entre esta vida y el mundo del olvido. Y agradecerán por tantos otros que rezan por ellos y celebran grandes orgías en sus nombres.

LENGUAJE ORIENTADO A OBJETOS

Los más escupidos son los que programan con lenguaje orientados a objetos, se los acusa de las peores calumnias "frívolos!", "liberales", "ADÓNDE, dónde carajos está su humanidad!!!". Estos programadores asquerositos, mercantilistas, duermen tranquilos porque a nadie han querido convencer de lo mucho que no aman sus walkie talkies, de lo mucho que no extrañan un dólar barato y a un país donde cualquiera pueda y no estorbe. Arrojaremos huevos a sus casas e incendiaremos sus quintas!!! No son dignos de nuestra piedad, no queremos gente como ella en nuestras calles, no, no la queremos.
Mientras algunos siguen programando orientados a objetos, cosificando y degradando lo poco que queda en pie, hablando de autos que tienen y de relojes que no dan la hora; otros caminarán bajo la lluvia sin relojes que brillan, programando estructuras que sueñan con ser objetos.

LENGUAJE LÓGICO

Por último están los que utilizan un lenguaje de programación lógico, lenguaje que por cierto no es muy utilizado. Sus seguidores son forritos pedantes, que te dicen enfáticamente cada dos frases "es sentido común, marta". Como si fueran ellos dueños de una lógica que a veces escapa hasta de las mentes más brillantes. En ese sentido admito que yo soy uno de los que programan con este lenguaje la vida, mi vida. Pero a diferencia de varios sé que mi sentido común no es el de todos y que ésto lo convierte en un sentido propio y que mi lógica no es la de nadie. Soy el típico forrito arrogante que sabe que las verdaderas prioridades no parecen ser las de nadie. Y que cree que después de tantos años de ver sólo decadencia, es hasta lógico que no haya otra cosa que éxito al final de todo.

martes, 11 de septiembre de 2007

Un relato tomado de los huevos (primera parte)

A diferencia de otros, mi virtud surgió gracias a los crímenes. Mientras dejaba de ser lo que era comencé a preocuparme por eso que alguna vez fui. En todo caso, desde el encierro, un hombre comprende que sólo es responsable de sus propias acciones.
Yo no sé nada, de verdad, nada, basta, basta. Qué es lo que no sabes, tú sabés todo, cuéntame. Pero, pero. No te desmayes, esto recién comienza. Un balde de agua fría enseguida lo despertó. En sus ojos se había instalado el horror y también la ilusión de la muerte. Escucho, dime lo que tienes. Un par de tenazas sobre las pelotas de cualquier hombre siempre dan los resultados que uno espera: está bien, está bien, pero detente, por favor, detente. Encendí un cigarrillo de marihuana y le di un poco. Fumó, fumé y, entre el olor de la hierba, el dolor y la transpiración, esto fue lo que escuché:
“Habíamos salido como siempre, el Toni, el Huevo y yo. Llevábamos los paquetes bien metidos en el culo, no sé por qué, si acá ya no le importa a nadie donde uno lleva la puta merca, pero yo qué sé, el Toni había pensado que era una buena idea, y nosotros lo seguimos nomás, sin chistar. No me mire así, no soy puto; en toda mi vida, además de ese paquete, lo único que me ha pasado por el culo ha sido toda la mierda que comí en este país. En fin, le decía, íbamos por la selva. Nos habían dicho que ese lugar era el menos peligroso. Los guerrilleros habían comenzado a trasladarse y los putos de los paramilitares iban tras ellos, hacia el este, y nosotros íbamos hacia el sur. Lo sé porque siempre me he sabido guiar por las estrellas, no sé mucho de nada, pero de estrellas sé bastante, puedo decirle dónde estaban las que dejaron de brillar, cuáles son las nuevas, cuáles son satélites y cuáles dibujan las figuras esas que tienen esos nombres ridículos como Cruz del Sur, Osa Mayor, y yo qué sé que más, y que lo cierto es que no son más que putas estrellas. Pero bueno, usted sabe mejor que yo que la gente es bastante estúpida y traslada toda esa estupidez a cualquier objeto que sus putos ojos ven, incluso a las estrellas, incluso a eso, comprende lo que le digo, señor Felipao. Caminábamos entre partes, como si toda la pureza del mundo se hubiera ido a la mierda en cuestión de minutos. ¿Habrá existido alguna vez eso?, digo, la pureza del mundo. En ese terreno poco importaba. La selva nos oprimía el corazón. Desde chico, casi todos los días, uno veía la manera en que los vecinos del pueblo se morían, y también uno daba cuenta de lo poco que importaba una muerte. Pedrito, una bala en la cabeza, cayó al suelo como bolsa de patatas, no dijo nada el pobrecito, o Julio, descuartizado, ni los ojos le dejaron los muy putos, y así con muchos más; algo común, habitual, la muerte. Eso nos hizo crecer sin miedos, creo, o quizá sin miedo a morir, porque sabíamos que a nadie le importaba si nos moríamos o no. Así se crece en un lugar como éste, sin miedo a nada, ni siquiera a la puta muerte. No conozco todo el país, pero se me da que debe pasar más o menos lo mismo en todas partes: selva, ciudad, mar, río, cualquier puto lugar está rodeado de muertes insignificantes. Pero lo que uno jamás aprende es a tratar con el momento en que se cree que eso está por suceder. Digo, la muerte. La inminencia de algo que es más horrendo que tragarse la mierda que sale del culo. Comprende lo que le digo, señor Felipao, me parece que no me expreso muy bien. Pero bueno, usted quiere que le cuente lo que vimos esa vez. De pronto, sin que nadie sepa muy bien por qué, nos perdimos. Nos mirábamos unos a otros, mirábamos alrededor pero no podíamos reconocer nada. Creo que ni a nosotros mismos nos reconocíamos. Tal vez por ese sentimiento de que todo se iría a la mierda, de que ya no la contábamos más y que eso no le iba a importar a nadie. Tú tienes para fumar, saca un poco, le dije a Toni. Él se me quedo mirando, como si ya ni siquiera entendiera el puto idioma, pues qué te pasa, muy puto, que saques un poco, le dije. ¿Estás loco?, cuando lleguemos y vean que falta, nos matan. Quién mierda te dijo que de acá vamos a salir vivos, le dije, pero el muy puto parecía seguir sin entender. Tiene razón, dijo el Huevo, de acá no salimos vivos ni de putas, saca un poco, pues, yo también quiero fumar. Al fin lo convencimos, y al rato ya estábamos fumando. Terminamos uno, armamos otro y justo cuando se venía el tercero empezamos a escuchar esos ruidos del demonio. Esto es una mierda, dijo el Huevo con la vista fija en el cigarrillo que giraba y giraba entre sus dedos hasta que al fin lo arrojó a los arbustos. Por un momento lo vimos brillar; luego se apagó. Qué hiciste, dije después de un tiempo y calculo que lo dije para aplacar un poco los putos ruidos que ayudaban a que nos sintiéramos cada vez más ahorcados entre toda esa vegetación. Por qué, por los malditos ruidos que estoy escuchando, por eso, la puta droga me los debe haber metido en la cabeza. Yo también los escucho, dijo Toni. Yo también, dije. Entonces no es la droga, dijo el Huevo que nunca se caracterizó por ser el más inteligente del grupo. Y qué quieres que te diga, me parece que no, dije y luego todos nos callamos; lo único que quedaba por hacer era esperar el momento, eso era todo.

jueves, 6 de septiembre de 2007

otra dimensión

Otra vez el destino me ha hecho encontrar conmigo mismo, y eso me ha puesto muy contento, porque esta vez me encuentro muy rico, muy sabrosito. Dicen que la vida puede dividirse en ciclos de 12 años, que son los ciclos lunares, o que cada doce años sucede una revolución jupiteriana, o algo así, pues yo tengo 24 años y en todo caso también participo de la idea de dividir la vida en ciclos de siete años y en ciclos de seis. Por ejemplo, a los seis empecé la primaria, a los trece la secundaria, a los 18 la facultad, esto significaría un primer ciclo de seis años, uno de siete posterior, y los que no entienden mucho diran uno de cinco final... No, uno de seis, uno de siete, que puede ser de seis y otro de seis más lo que indica que a los dieciocho tenía tres ciclos de seis años completitos y que este año completé el cuarto o que tenía dos ciclos de siete y medio.

En todo caso si dividiera mi vida en base a criterios académicos estaría limitando mis variables a cuestiones hasta a veces triviales, si tuvieras 24 almanaques, en todo caso, ordenados cronológicamente, te marcaría con una birome los años más interesantes de mi vida, y seguramente diría, por ejemplo, que en el 1987 me pasaron grandes cosas, pero que no responden a la finalización o comienzo de ningún ciclo en particular.

Otra vez el destino me ha hecho encontrarme conmigo mismo. En esta vida que parece difícil para los fracasados natos, los cobardes, los típicos llorones del mundo, que hablan del color negro como si fuera un color o el símbolo de alguna loca sensación de moda y de lo feo de levantarse y sentirse vacío, opto por cagarme en la vacuedad de sus vidas, pues en esta vida trato de hacer lo complicado fácil, de volver tu puto nudo en una soga lisa y larga que no puedes usar para colgarte sino para jugar a saltar. En este sentido puedo afirmar que he venido a traer soluciones, que los problemas de hoy son las soluciones del futuro. Te traigo metafísica, te digo que el otro no es un igual a vos, que no estoy enojado por la razón que creo y que en definitivas el universo siempre conspiro a favor nuestro.

Que el blanco es blanco, que siempre fue blanco, que no lo tomes a mal, pero que la escala de grises te la metas en el culo, no estoy hablando de grises, ni siquiera tengo tiempo de hablar del negro, el blanco es tan grande, y por todos lados es blanco, parece mentira, pero ninguno de tus putos colores aparece en este inmenso blanco. Después traerás tu acuarela y pintarás lo que quieras, no es relevante que lo hagas ahora, sé que tienes todos los colores del cosmos y por eso es que te amo, pero te pido que los guardes por hoy, podrás luego ponerles hasta un poco de negro a los que quieras, pero ahora no, hoy no por favor.

Lo único que hoy quiero es que me digas que hay algo más en esta vida que nosotros y que brilla. Y que seguirá brillando aún cuando ya no estemos, quiero que me agarres las manos y cierres los ojos y que puedas ver al menos algo de lo que yo veo y que ni siquiera me lo digas, no me hables siquiera, sólo quiero que lo veas.

Otro día me lo contás.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

La primera persona del singular: yo

Qué te importa cómo carajo me llamo. Alguna vez mi nombre fue Felipao. Pero también, alguna vez, yo vivía en otro lugar, al margen de todo esto, del encierro, de las drogas, de las muertes, de los libros, incluso de los recuerdos. A la orilla del mar, bajo un sol calcinante, nunca había nada que recordar. Todo se circunscribía a un único instante. Más allá de la noche o del día, de lluvias torrenciales o de cielos completamente azules, nada modificaba el presente porque todo vivía y moría allí: un momento desolado, un lugar desguarnecido. Pero el amor se convirtió en exilio y el exilio, en encierro. Ya no soy lo que era. Perdí mi nombre, por eso me odian los míos.

martes, 4 de septiembre de 2007

Llorar de la risa.

Nunca entendí por qué cuando se ríe mucho se llega hasta a llorar. Dos polos opuestos se juntan en algo que se tilda de natural. ¿Es acaso lo natural la unión de dos polos? De ser así, ¿por qué estamos destinados a buscar lo contrario? ¿A tratar de cobijarnos en uno de los extremos?
Por el sueño, cierro los ojos. Pero no puedo dormir y pienso en la historia. En la mía, en la de un vecino, en la de un par, en la de un país, en la de un siglo... cualquiera sirve. Y en el medio de la noche, puedo encontrarme con lo natural.
Después de una historia cualquiera, sólo llega una frase que se impone ante cualquier otro pensamiento: las más grandes tragedias son provocadas por las más grandes estupideces. Entonces primero río, después lloro, por último entiendo y después de apropiarme de una pequeña porción del todo, pienso que ya es hora de poder dormir.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Sombras

El mundo está lleno de sombras. No lo digo desde lo oscuro sino desde la ilusión. Nuestras ideas dan vueltas año tras año como el planeta en que vivimos. Jamás podríamos percibir su movimiento, estamos demasiado ocupados en las sombras.
Recuerdo que en mi niñez jugaba con mi propia sombra. Durante el mediodía, las baldozas de la terraza me devolvían una imagen muy particular: mi cuerpo parecía haberse plegado en dos para convertirse en esa silueta redonda con una estatura mucho menor a la mía. Pero durante las últimas horas de la tarde mi cuerpo se extendía para llegar a ocupar hasta media terraza, la delgadez se hacía evidente, y me resultaba curioso que yo, siendo la misma persona, recibía dos reflejos antagónicos. El sol y las baldozas se habían puesto de acuerdo para confundirme. O tal vez, me hayan querido dar una lección.
Hoy, mirar la propia sombra reflejada en el piso no significa perder la conciencia del yo. Pero tampoco me alejé demasiado de la percepción infantil. Porque a pesar de seguir siendo nosotros mismos, de acuerdo al momento del día los ojos de los curiosos pueden vernos tan altos que hasta podríamos extendernos por todo el mundo. O tan chiquitos que incluso podríamos caber en un bolsillo. Los juegos de los chicos encuentran explicaciones en las palabras de los grandes. Los juegos de los grandes no tienen explicación.

Este tipo sabe...

"Los que usan la palabra tolerancia creen que planificar el lenguaje sirve para que las desigualdades sociales queden anuladas por el hecho de no hablar nunca de ellas. La palabra prohibida es explotación; de hecho ya no hay clases, hay culturas. Esto es fantástico, me maravilla cómo puede cambiar el mundo con el lenguaje. Ahora hay que comprender a las culturas...es un lenguaje vaporoso que entiende que la alternativa es más comprensión y no más justicia. Los mismos que piden comprensión son los que firman la orden de expulsión de los inmigrantes."

Manuel Delgado, antrpólogo catalán (y seguro que borracho viejo)

La nota completa puede verse acá