martes, 16 de octubre de 2007

Personajes

Fin de la conversación telefónica:
-Pasa que somos tan reales que la gente nos ve como personajes, por eso nunca seremos tomados en serio - dijo ella.
-Es verdad, nunca lo seremos, pero no estoy tan descontento con eso - dijo él.
-Y bueno, seguiremos siendo putitas.
-Seguiremos.
-Te mando un beso.
-Te quiero mucho.


En la heladera de ella está el champagne. Un regalo que iba a ser compartido. Pero antes estuvo el vino, la cerveza, el cigarrillo de marihuana y el amor que se amoldaba con la música y se burlaba de la televisión. Esto es un buen momento, pensó ella. Tampoco necesitaba decirlo, estaba a la vista. La misma sed lo demostraba. La sed de los que no tienen miedo a morir, sino la de los que tienen miedo de no poder vivir ni un poco. La sed era grande, pero también lo fue la abundancia. Fue grande por lo sorpresiva. La abundancia siempre la sorprende: no la conoce, no la vive, pero a veces la experimenta. Es por eso que se mostró agradecida. Lo decía su cuerpo, su boca, su armada y también su redención. Los ojos de ese que había traído el champagne también se mostraron agradecidos, tal vez porque sabía lo que era la abundancia, pero no había conocido a nadie que la disfrutara tanto. Entonces el champagne quedó para otro momento, la sed ya había sido satisfecha, pero también la botella en la heladera oficiaba de símbolo para un nuevo encuentro en el que sí compartirían el regalo.



El se topó con Verónica, o tal vez con Veronika, suena más extranjero, más glamoroso, más exótico. En realidad Verónica o Veronika es un nombre lleno de libertad para mutar por el simple motivo de que es falso. Verónica o Veronika responde a un nombre masculino, según lo dice el Documento Nacional de Identidad. Pero ni su voz o mucho menos sus caderas se identificaban con ese nombre elegido por sus padres y escrito por un empleado público de vientre abultado. La sed de Verónica (o sus variaciones que no volveré a mencionar) lo llevó a él a encontrarse con su propia sed: la de ser otra persona. Verónica pedía a gritos esa semilla de maldad para enfrentarse con un mundo un tanto más grande que el de su propia casa. Parecía ofrecer su espalda para el duro látigo de la palabra y así convertirse en esa mujer que tiene las riendas, pero no las muestra. Para cada insulto de él y también para cada elogio, la respuesta de Verónica se mantenía uniforme: cómo me calentás.



Cuando ella se encontró con él, se creía salvada. No podrían estar juntos porque ambos habían elegido el mismo camino. Pero al menos él daba hasta lo que no tenía y ella también. El vivía de forma intensa, y en eso también coincidían Pero por sobre todas las cosas él podía verla tal cual era. Siempre le parecieron antipáticos los que vieron sólo los defectos o sólo las virtudes. Incluso en muchas ocasiones esas dos clases de personas se alojaban en un mismo hombre, sólo que en etapas distintas. Virtudes en la idealización. Defectos cuando la mujer se hacía carne. Pero con él no pasaba eso. De una manera insual se sintió amada. La carencia no volvería a entrometerse en el banal camino de la vida. Lo importante ya estaba de su lado. Por eso, con la ayuda de él y con el pensamiento en blanco, le dió la bienvenida a ese otro que le trajo el champagne.

Alemán, 30 años: un CK One versión limitada, cítrica, para el verano. Alemán, 40 años: una caja de bombones en forma de corazón y la obra de Göethe en su idioma original. Inglés, 33 años: una lapicera Mont Blanc. Argentino, 25 años: un cristal de murano. Estadounidense, 42 años: un compact grabado y una carta con una excusa estúpida. Este es mi rincón de los recuerdos, como verás, soy una putita, dijo él. Creo que voy siguiendo tus pasos, dijo ella al recordar el champagne. Una botella llena que esperaba la sed de un llamado, un elemento para construir el propio altar. Pensó que un regalo es la mejor manera de dejar la última huella cuando no se vuelve y recordó a ese que lo había traído, para el cual el momento también había sido bueno. Parece que te los cogés muy bien, dijo ella al reír, cuando en realidad pensaba: también reconocen la sed en vos.

A veces pienso que los hombres que tuve no salieron conmigo porque le gustaban mis tetas, salieron conmigo porque más bien me las envidiaban, dijo ella. El comenzó a reír. Hablo en serio, las tetas son una gran metáfora, pero bueno, siento que codiciaban ese rasgo mío que también veo en vos. ¿Qué rasgo? La intensidad con la que vivo las cosas. Bueno, la gente está muy aburrida, dijo él. ¿No te parece que nada es real en estos tiempos? ¿Por qué lo decís? Porque las cosas se sufren hasta ahí y se disfrutan hasta ahí, pelear no significa nada, crecer no significa nada, luchar no significa nada, coger no significa nada, amar no significa nada. Es verdad, la belleza y el amor están muy devaluados y la inspiración de muchos se transforma en la vergüenza de nuestros tiempos. Tal cual, y lo peor de todo es que por ser una persona real te tildan de personaje. Tal vez denominan personaje a todo lo que no es usual. Ambos se quedaron en silencio por unos segundos ¿Sabés que pienso?, dijo ella ¿Qué? Que el amor de los hombres a veces tiene demasiadas cosas en común con los celos de las mujeres. No pienses así, pero contame de tu vida ¿tomaste el champagne? No, no entiendo por qué no llama, él no tiene nada que envidiarme.

Tengo miedo de que Verónica me deje, dijo él. No te va a dejar. Es que no puedo sostener siempre una impostada maldad, el otro día me puse a llorar después de que me regaló una camisa, me sentí mal y é dijo que no tenía sentido, que quiso hacerme ese regalo. Claro que quiso. Pero yo le dije que el regalo de él, como todos los demás, eran inducidos. ¿Y qué te dijo? Nada, se puso a llorar también, es que cuando lo conocí quise saber que era estar del otro lado, del lado alemán, estadounidense, inglés; muchas veces estuve en su situación y ví en su cara inexperta la oportunidad de redimirme. Pero ahora te estás dando cuenta que siempre quisiste un par, que no querés que te basureen, pero tampoco querés basurear. Tal cual, y si quiebro, tengo miedo de que me deje, él dice que no, pero yo sé que sí; la verdad a veces es difícil de asimilar, pero me cuesta sostener este personaje todos los días.

Antes del fin de la conversación telefónica:
-Che, te dejo porque Verónica está mirando el piso con cara de tristeza.
-No te dejes engañar, te mira el bulto.
-No te creas, tenés que mirarle la cara de chica enamorada entristecida porque no la miro durante la caminata.
-Te estás convirtiendo en un pollerudo.
-Puede que sea real, pero mejor te lo reconozco cuando nos veamos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

oh lmj, cuando empecé a leer el texto imaginé que era suyo y luego al verlo ¡etiquetado! me di cuenta que ya empiezo a conocerla...

me gusta lo que escribe, pero en esta oportunidad debo admitir que me he perdido un poco con eso de veronika, hombre y mujer, pero bueno, así soy yo, por eso me limito a leer patoruzu, cuando me siento "naughty" leo un condorito y cada tanto algún libro que haya leído otro para que me lo explique antes, durante y con posterioridad a la lectura del mismo.

Le mando muchos besos,

federico j.

Anónimo dijo...

la espera valio la pena, lmj, pero como el comentario anterior, tambien me perdi con lo de veronic/ka. supongo que la falta de atención debe ser un síntoma de llamarse federico. espero que no. el otro día, en la casa de r., el me contaba algo, yo lo interrumpí para decirle algo, y cuando quise decirle aquello para lo que lo habia interrumpido, las palabras no salían de mi boca... pensé y pensé, pero nada. en pocos segundos, todo se había borrado de mi memoria. me quedé preocupado, porque unos días atrás no recordé los nombres de dos grnades migos. debo ir al nuerólogo? estoy demasiado loco? debo dejar la maconha (igual, esto no es un problema, ya que hace rato que no fumo, y de hecho nunca fumé demasiado; es más, hoy hasta me parece un cliché de estos tiempos hacerlo, pero igual, hay algo que me está inquietando, espero que no sea el amor; nah, no creo que sea eso, tal vez sea un tumor; en ese caso, será hora de empezar a escribir mi testamento; quedesé tranquila, lmj, que los libros de cheever y kundera son suyos)?

volviendo al texto, leyó un año sin amor? se lo recomiendo.

besos

f.

Anónimo dijo...

Muchas gracias queridos Federicos!!
En cuanto a la explicación, Veonic/ka es hombre de nacimiento y mujer de alma.
Vos, jirafa menor, la conocés.
Como Tony Mola, uno tiene a sus musos, jajaj.
No se sienta mal, Federicus Limonada, hasta yo me pierdo en este texto, y Jirafa Menor, la falta de atención es un mal generalizado, demasiada información. No culpemos a la maconha, es el remedio para tolerar este mundo feliz. Yo de hecho pasé por una falta de atención severita en estos días, de ahí el texto.
Besos y hasta pronto.
C.

Anónimo dijo...

lamento decirlo, pero la falta de atención sufrida valió la pena. uno no desearia ser un hijo de puta, pero lo cierto es que si más falta de atención irrumpiran en una estética, bridemos, entonces, por ella.

ahora, dejando al lector de lado, y volviendo al lugar de la amistad (ultimamente pienso que en la vida, todo, se resume en posiciones), espero que se haya recuperado, o que ya ande un poquito mejor. un beso grande y un la quiro mucho, lmj.

f.

Anónimo dijo...

Jajajaj, adhiero, a veces es mejor jugar con la ambigüedad, jajja. Y a veces son divertidas las bambalinas. Una vez en la muestra de una amiga artista plástica había un collage divino llamado TOkio. Ella me dijo a mí (y a nadie más presente), este lo hice cuando me enamoré de un fotógrafo Neoyorkino y el estaba saliendo con una piba japonesa, la odiaba... jajajjajaj! Lo bueno de todo es que se puede convertir en arte, o en un escrito en este caso.
Lo bueno de los escritos es que dejan atrás sensaciones horrendas cuando se las plasma al papel. El poder de convertir el presente en pasado. El poder de adornar las cosas y convertir lo malo en algo mejor. Brindo por eso también.
Yo tb te quiero mucho.